La vida nos recompensa por los esfuerzos que realizaos. El éxito de las
personas es proporcional a su compromiso con aquellas metas que se han fijado y
su determinación por alcanzar sus propósitos en la vida.
Nada cae del cielo mágicamente, debemos trabajar para conseguir
aquello que deseamos. Si no has trabajado duro por lo que quieres, por lo que
anhelas, ¿quieres que te caiga del cielo?... Eso no puede ser, eso no existe.
La buena suerte la creamos nosotros/as mismos con nuestra actitud, con nuestra
templanza y confianza en lo que estamos construyendo.
Si quieres viajar.... ¡trabaja!, si quieres comprarte un coche nuevo,
si quieres conseguir aquella novia o aquél novio, esfuérzate, lucha por tus
metas. Sí trabajas para conquistar aquello que deseas tienes más posibilidades
de lograrlo.
Pero si no haces tu parte, entonces no llores, no te quejes y no te
amargues por no haber logrado lo que tu corazón desea. “No se puede llorar
sobre la leche derramada”, y cuánta verdad encierran éstas dos frases.
Solamente se premia al que con esfuerzo, amor y dedicación trabaja
para lograr sus sueños.