Cuenta la
leyenda que un niño muy pobre caminaba por la plaza con sus zapatos viejos,
rotos y despegados. Su aspecto harapiento despertaba las sonrisas de otros
niños y la gente lo miraba con cierto desprecio. El niño estaba triste… no
sentía deseos de jugar y pensaba que sus zapatos viejos eran la razón.
De pronto vio en
un banco a otro niño de su edad sentado, se sentó en la otra punta y el niño lo
miró muy serio. Él hizo lo mismo y observó que estaba bien vestido y con
zapatos nuevos. Cerró sus ojos y pensó:
“...quiero ser
como él… quiero ser como él… quiero ser como él… quiero ser como él…” repitió
sin cesar.
De repente
escuchó unos gritos de algarabía y cuado abrió los ojos vio que el otro chico
tenia puesta su ropa y sus zapatos y corría como loco por la plaza, saltando y
brincando con sus zapatos viejos y rotosos.
No entendía
nada…
En ese instante
una enfermera se detuvo frente a él y le dijo:
- Siento haber
llegado tarde. ¿Nos vamos?- Lo tomó por sus axilas y lo sentó en una silla de
ruedas.
MORALEJA:
Acéptate tal como eres, porque nunca sabes cuánto pesa la mochila que cargan los demás.
Acéptate tal como eres, porque nunca sabes cuánto pesa la mochila que cargan los demás.