Cada mensaje de tu cuerpo es un regalo, si sabes aprovecharlo, y con
las herramientas adecuadas verás que te devuelve a tu verdadero camino,
permitiéndote seguir la verdad de tu corazón, y restableciendo en tu
vida la salud y la armonía que te pertenecen.
Tu cuerpo es tu aliado, no tu enemigo. Incluso el dolor y otras molestias físicas son mensajes que hay que saber escuchar.
Platón decía que el cuerpo es una cárcel para el alma. Y sin
embargo, también es su aliado. Y su mensajero. El cuerpo nos comunica (a veces
a gritos) los mensajes del alma que tozudamente nos negamos a escuchar, para
proteger un estatus de vida que, aunque insano, nos resulta cómodo y nos
resistimos a abandonar. Y entonces, cuando no nos gusta su mensaje corremos
raudos a eliminarlos como si fueran el enemigo. Y así es como perpetuamos el
malestar producido por una vida equivocada.
¿Qué quiere decir que el
cuerpo llora las lágrimas que los ojos se niegan a derramar?
Esta expresión de Sr William Osler, el padre de la medicina moderna,
deja bien claro el concepto holístico e integrador del organismo humano en el
que los sentimientos reprimidos de dolor, angustia, rabia, miedo, etc., harán
mella de un modo u otro en nuestro cuerpo en algún momento de nuestra vida y en
algún órgano u otro, dependiendo de nuestra debilidad. La falta de expresión
emocional afectará a nuestra salud de manera corporal.
Nuestro cuerpo es un terreno virgen donde abonamos y sembramos
durante toda nuestra vida aspectos negativos y positivos desde el ámbito
emocional y físico; el cuerpo tiene la capacidad innata de autocuración y
regulación si le dejamos trabajar. El ejemplo más claro es que nuestra sociedad
está enferma, genéricamente hablando, y eso hace que inundemos a nuestro cuerpo
de tóxicos ambientales que provienen de un entorno enfermo.
Si seguimos sin enterarnos, la vida nos sigue hablando más alto
hasta que nos da un grito y esa experiencia del grito, que provocamos al no ser
receptivos en el momento en que debíamos haberlo sido, es lo que llamamos
enfermedad o accidente.
En general, cualquier conflicto no resuelto, cualquier sentimiento o
emoción reprimidos, van acompañados por alguna alteración o modificación
corporal. Los enfoques holísticos mantienen que la mente, cuerpo y emociones forman
un todo indisoluble; el ser humano se entiende como un todo.
El lenguaje es amplio; si nos atrevemos a prestarles atención y a
establecer comunicación con ellos, serán guías infalibles en el camino a la
verdadera curación, permitiéndonos así expandir la conciencia. El cuerpo habla
lo que nosotros callamos. Solamente hay que escucharlo. Cuando se da el espacio
para ello, el cuerpo lo cuenta todo.
Presta atención a tu cuerpo y a tus sentidos. Nuestro sistema
nervioso, nos envía constantemente mensajes que debemos escuchar y analizar con
calma. Hay veces que esas señales se materializan en tensiones musculares,
hábitos de sueño, irritabilidad, frustración... La única manera de escuchar al
cuerpo es estableciendo paradas programadas en las que te preguntes ¿cómo
estoy?, ¿cómo ha ido el día?, ¿qué emociones tengo? En tu cuerpo y en tu cara
se refleja la historia de tu vida y tus emociones.
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